Extraído de publicación refractario
El lunes 17 de junio en la sala 403 del edificio C del “Centro de Justicia” comenzó el juicio contra el compañero Hans Niemeyer Salinas. En la ocasión, cuando el Tribunal Oral le preguntó a Hans si iba a declarar, él se limitó a decir “no tengo nada que decir”. Luego de eso, vinieron los alegatos de apertura. Llamó la atención que tanto el Ministerio Público como el del Interior se pusieron el parche antes de la herida, insistiendo en que estos son delitos terroristas a pesar de sus fracasos anteriores y de las modificaciones legales que el mismo gobierno promovió hace dos años y medio.
La defensa, en cambio, anunció que no sólo estaba claro a estas alturas que las colocaciones de explosivos no son en principio delitos de terrorismo (cuestión que ya ha sido aclarada por una consistente seguidilla de fallos en la Región metropolitana: Caso Bombas, caso Pitronello, y caso Carla/Iván), sino que se trataría de delitos comunes o de la Ley de Control de Armas, además anunció que en este caso va a quedar demostrado que las contradicciones de la versión policial son tan insalvables que no existe prueba válida para considerar a Hans autor del bombazo al BCI Macul, y mucho menos de la fabricación de los otros 3 artefactos que se le imputan (Camino Las Flores, Memorial de Jaime Guzmán y Automotora One).
La cantidad de prueba para inculpar a Hans era tan numerosa que se estimaba que el juicio iba a durar por lo menos un mes. Sin embargo, en esta semana alcanzaron a declarar 24 testigos y peritos, y al final de la misma el Ministerio Público anunció que tan solo restaba presentar 7 peritos, y a los 2 testigos estrella de la DIPOLCAR: Cristian Pérez Mancilla y Gerardo Mediavilla. Así las cosas, es muy probable que el juicio termine en su segunda semana, aunque habría que tener en cuenta que estos chanchos gustan de declarar al menos uno día y medio o dos.
De entre los testigos presentados en la semana resulta de vital importancia que los tres funcionarios aprehensores de la PDI declararon detalles que no habían sido referidos en sus declaraciones iniciales ante la Fiscalía (entre ellos: que en realidad Niemeyer no era la única persona que pasaba por ahí en ese momento; que lo vieron no inmediatamente sino después de avanzar varios metros y dar la vuelta en calle Los Olmos, etc.). La contradicción fue tan grosera que el tercero de ellos, Gerson Silva, cuando declaró el martes trató de justificar las diferencias alegando que cuando firmaron esas declaraciones estaban “en estado de shock”, y que a medida que ha pasado el tiempo tienen los recuerdos cada vez más claros. Lo más interesante fue cuando a este mismo imbécil se le salió que sabía lo que había declarado su compañera y jefa Romina Barros el día anterior, dado que el mismo lunes en la tarde se había entrevistado con el fiscal Barros, agregando luego que “en todo caso, él no me preparó para declarar”.
Otros testimonios, esta vez de un compañero de trabajo de Hans, revelaron que el computador del cual extrajeron tantos documentos anarquistas y subversivos no era de uso exclusivo de Niemeyer.
Los testimonios de funcionarios del Banco sirven más como radiografía de la explotación y precariedad laboral de nuestra época más que de otra cosa, y en vez de “temor” y daños estructurales hablan de daños menores, curiosidad y cierto nerviosismo ante la exagerada presencia de policías y periodistas el día posterior a la explosión (donde, por cierto, el Banco funcionó normalmente, con una hora de retraso).
El rubro más polémico fue, como era de esperar, el de los peritajes. La defensa anunció que esta iba a ser la ocasión de comprobar si el trabajo policial (única base la de las imputaciones, dado que nadie vio a Niemeyer fabricar ni poner estas bombas) había mejorado desde el famoso fiasco del Caso Bombas. Hasta ahora, queda claro que no ha mejorado mucho, al ver a policías insistiendo en la infalibilidad del detector móvil de explosivos, famoso internacionalmente por sus falsos positivos, y por mostrar tanto en las pericias informáticas, químicas y de ADN una notable ignorancia conceptual y un talento indiscutible para tratar de transformar las probabilidades en certezas. A modo de ejemplo, el perito informático que declaró todo el día viernes, Héctor Villarroel, además de dejar en claro que es hasta el día de hoy un asiduo lector de Hommodolars, no pudo sostener en serio la afirmación de que Niemeyer sería el autor de “El fuego en la oscuridad”, dada la cantidad de errores y “olvidos” en su declaración, que sólo fueron aclarados cuando llegó el turno del contraexamen de la defensa.
En síntesis: ninguna certeza de nada, y mucha elucubración que mientras más se explica menos convence.
Una solicitud de trasladar a Hans desde la sección de máxima a la de alta seguridad por lo que reste de juicio fue respondida por el Tribunal con un tímido oficio a Gendarmería para ver si eso sería posible, quedando de resolver en definitiva el lunes 24.
La prensa burguesa, como ya es habitual, se congregó el primer día, para brillar luego por su ausencia y concentrarse en el juicio de Johnny Herrera.
Hermanos y hermanas de clase: a concentrar la solidaridad y contrainformación sobre la situación de Hans en la recta final de su largo proceso.
ABAJO LA LEY ANTITERRORISTA!!!
HANS NIEMEYER A LA CALLE!!!
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H.N.D.L.
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