22 de noviembre de 2012

Carta desde Adentro:Don Teodoro y las blancas palomas


Don Teodoro Ribera, ministro de Justicia,ex-colaborador de la dictadura militar y ex-miembro directivo de una Universidad privada acusada de lucrar y vulnerar la ley que él mismo se supone debiera defender, ha vuelto a hacer de las suyas, lanzando frases para el bronce que en cualquier parte del mundo serían un escándalo, pero que en el gobierno de los gerentes son cotidianas.
A propósito de la muerte de un policía en la comuna de Quilicura la noche del 11 de Septiembre de este año, don Teodoro ha clamado por condiciones carcelarias más duras para los menores de edad recluidos en centros del Sename, señalando que “no se rata de blancas palomas”. En rigor, no es primera vez que altos funcionarios del dominio salen con perlas como esta, que revela además que en un Estado capitalista los niños pobres dejan de ser niños(as) y pasan a ser “delincuentes”. Recordemos -además- que el terrorista de terno y corbata, ministro del interior, Rodrigo Hinzpeter, ha dicho anteriormente que espera que los autores del atentado incendiario al automóvil del rector de la USACH sean atrapados para que se lleve a cabo la “venganza de la justicia”, sentando innovadores principios para un nuevo estado de derecho que más parece “estado de derecha”. Esa, en todo caso, no es la más buena del Sr. Hinzpeter, ya que de antología por su sinceridad y capacidad para hablar las cosas por su nombre sin adentrarse en alambicadas teorías sobre el Estado y el bien común, es cuando señaló que “es más grave asesinar a un carabinero que a un ciudadano común”. Todo ello deja de ser anecdótico cundo vemos la actuación práctica del ministro en la gestión del terrorismo de Estado: La represión anti anarquista; caza de brujas a los okupa y su criminalizacion mediática; ofensiva anti mapuche allanando comunidades, golpeando ancianos, baleando niños mapuche, gaseando sus viviendas. Sin duda, hablamos de un terrorista de tomo y lomo, con el arma cargada y patente de corso para matar como lo ha verificado el pueblo baleado en Aysen y Freirina, los estudiantes golpeados y vejados por la policía de Hinzpeter y los familiares de Manuel Gutierrez.
Lo de Don Teodoro es más sutil que el Sr.Hinzpeter. Lo suyo son las metáforas poéticas y alusiones bíblicas a las “Blancas palomas”.
Aunque a don Teodoro a veces le gusta hablar golpeado, siempre detrás de un gran numero de policías y carceleros por supuesto, como en la Penitenciaria inaugurando la instalación de antenas inhibidoras de teléfonos celulares, cuando señaló que las reglas las van a poner las “personas de bien”, aunque los últimos 40 años de la historia del país no le den la razón y las reglas las pongan los patrones, los dueños de los diarios y los torturadores, a menos, claro, que don Teodoro considere que la gente de bien son los genocidas.
Pero volviendo a las palomas de Don Teodoro, el verano pasado a propósito de un intento de fuga en la cárcel de Talagante en que un preso resultó muerto por disparos de gendarmería y otro herido, recordó que los funcionarios cumplieron con su deber y que “no se trata de blancas palomas”. En realidad, don Teodoro no hace otra cosa que repetir el discurso de la dictadura y la derecha para referirse a las víctimas de crímenes de lesa humanidad, un discurso justificatorio y cobarde que trataba de decir “algo habrán hecho”. Al igual que antes, lo que don Teodoro trata de poner en evidencia es que más allá del Estado de derecho, la democracia y esos cuentos, hay gente que merece las balas y la cárcel. Trata de decir que en este pais las reglas las ponen ellos, los propietarios, autodenominados gente de bien, que la vida en sociedad se rige por una combinación adecuada de garrote y zanahoria según el momento histórico: a veces toca más garrote , a veces más zanahoria, según la insolencia de los nacidos para obedecer. Don Teodoro nos anuncia que no dudarían en usar el garrote. Estamos advertidos.
Sepa en todo caso don Teodoro, que las palomas también cagan, no vaya a ser cosa que le manchen el terno.

Desde alguna cárcel de $hile
-Edmundo Dantés-